El bosque esclerófilo es un tipo de ecosistema caracterizado por la presencia predominante de árboles perennifolios con hojas duras y coriáceas, adaptadas a suelos pobres en nutrientes y con una marcada estacionalidad en la disponibilidad de agua. Este tipo de bosque se encuentra principalmente en regiones mediterráneas y en zonas costeras de climas subtropicales.
Los árboles más comunes en los bosques esclerófilos son el roble, el alcornoque, el quejigo, el madroño y la encina, entre otros. Estas especies presentan adaptaciones morfológicas y fisiológicas para resistir la sequía, como hojas pequeñas y coriáceas, raíces profundas que buscan agua en el subsuelo y mecanismos de almacenamiento de nutrientes.
En cuanto a la fauna, los bosques esclerófilos albergan una gran diversidad de especies, incluyendo mamíferos como ciervos, jabalíes y zorros, aves rapaces, reptiles y anfibios. Además, estos ecosistemas desempeñan un papel crucial en la conservación de la biodiversidad y en la provisión de servicios ecosistémicos como la regulación del ciclo del agua y la protección del suelo contra la erosión.
Sin embargo, los bosques esclerófilos se encuentran amenazados por la acción humana, con la deforestación, la urbanización y el cambio climático como principales factores que ponen en peligro la integridad de estos ecosistemas tan importantes para la conservación de la biodiversidad. Es fundamental promover su conservación y su manejo sostenible para garantizar su supervivencia a largo plazo.
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